Hoy hablo de ONICOFAGIA, una palabra algo extraña que mucha gente no conoce, y que es un hábito nocivo o no beneficioso, en el que los niños comienzan desde muy pequeños, y tiene muchas consecuencias...
A tomar nota:
¿Qué es la ONICOFAGIA?
Esta costumbre, que suele responder a un intento de cambiar los nervios y/o el estrés, no es inocua para nuestra salud oral. De hecho, es una de las prácticas principales que puede agravar los trastornos en la articulación temporomandibular (ATM), junto a otras causas como el bruxismo, la deglución atípica o chuparse el dedo, entre otras.
El hábito de comerse las uñas suele iniciarse entre los 4 y 6 años de edad para aumentar su incidencia entre los 11 a 17 años, ya que la adolescencia suele ser una época difícil que favorece este tipo de malas prácticas. Si no consigue modificarse esta conducta, aumenta el riesgo de desarrollar una mala posición de los dientes anteriores.
Es típica la imagen de una persona mordiéndose las uñas cuando está ante una situación de mucho miedo, apremio o estrés. Sin embargo, que sea una imagen popular no significa que sea muy buena para su salud, en realidad es todo lo contrario.
Motivos o causas de esta problemática
En ocasiones, tanto lo que acontece en nuestro interior como en el exterior se nos va de las manos y es así como se puede llegar a una explicación racional de la onicofagia.
Este hábito generalmente es impulsado por razones psicológicas, resaltando sentimientos como la ansiedad, el miedo, la angustia, el nerviosismo, el estrés, la frustración, el aburrimiento, entre muchos otros.
Es difícil darse cuenta del desarrollo de este proceso ya que se lleva a cabo a nivel inconsciente y genera, paso a paso, una conducta frenética muy difícil de detener cuando ya está muy encausada.
Sin embargo, estos sentimientos, a su vez, tampoco brotan de la nada sino que suelen ser producto de experiencias traumáticas y/o complejos que la persona encuentra en el camino de su vida. A esos orígenes aún más complicados se les llama psicosomáticos y se refieren al impacto de hechos externos en el interior de las personas.
De esta forma, las razones psicológicas provienen de las psicosomáticas, cuyos ejemplos son innumerables. Entre los más comunes se encuentran el enfrentarse con situaciones muy difíciles en la escuela o en el trabajo, tragedias de índole familiar, la pérdida de un ser querido, violencia, humillaciones, etc.
También hay experiencias similares que marcan a la persona de una forma más honda y le hacen cambiar toda su actitud ante la vida. Suelen tornarse tímidos o con baja autoestima y el desenlace también es la onicofagia.
La clave es prevenir
A raíz de eso se pueden provocar sentimientos y traumas que desencadenen la onicofagia, por lo que es de suma importancia que esté en contacto permanente con sus hijos y detectar posibles indicios de trastornos y costumbres negativas.
De igual forma, si tienes onicofagia y no quieres que sus hijos la padezcan, evita hacerlo enfrente de ellos porque tienden a imitar tus actos. Es peligroso que lo comiencen a hacer y lo encuentren reconfortante o divertido. En pocas palabras, para evitar la onicofagia, procura no dar un mal ejemplo y sé un buen padre estando siempre cerca de sus hijos.
Superando el problema...
Sobre todo si tiene un problema muy severo y avanzado de onicofagia, es recomendable acudir a una solución integral que elimine tanto los orígenes como los efectos.
Dicen que hay que empezar por el principio y éste es precisamente la mera raíz del problema. Como casi siempre proviene de cuestiones psicológicas y emocionales, debes acudir con un psicólogo para que, por medio de un psicoanálisis, determine qué lo está motivando a hacerlo.
Entonces se puede atacar por el lado de terapia o, bien, con algunos fármacos que lo ayuden a controlar la emoción problemática.
Identificado el problema original y tratado adecuadamente, conviene además ayudarse con los consejos en este artículo que no son más que pequeñas estrategias para evitar el problema cotidianamente. Ya superado o en la antesala de estarlo, el siguiente paso es hacer el recuento de los daños físicos y estéticos y tratar de repararlos.
La onicofagia infantil, tratamiento y consejos
- La primera recomendación a los padres o docentes consiste en explicar a los niños la importancia que tienen las uñas.
- Insistir en la adopción de buenos hábitos y explicar al niño las consecuencias que puede tener la onicofagia.
- Explicar al niño lo horrible y feo de tener unos dedos o dientes deformes, negociación sin castigos, criticas ni regaños, ya que pueden empeorar su conducta y hasta deteriorar la relación con sus padres.
- En casos severos e incoercibles, se puede probar la aplicación sobre las uñas de aceites de sabor desagradable como el de jengibre o el de guindilla, que se pueden obtener fácilmente de la maceración de esta materia prima durante 2 semanas en un aceite de oliva. Una aplicación diaria durante 3 ó 4 semanas podría ser suficiente.
- También se puede probar ponerle guantes como "barrera física" durante algún tiempo, en este caso los padres deben mantenerse firmes para que el niño no se los quite a menudo, excepto para lavarse las manos, bañarse y comer, con promesas repetidas de quitarle los guantes cuando deje de morderse las uñas. Este método se ha practicado con bastante éxito en niños de edades entre 3 y 6 años.
- La psicoterapia y la colaboración del docente en el centro educativo son de vital importancia y decisivas para desacostumbrar a los niños de este hábito.
- Lo más importante es nuestro comportamiento con nuestros hijos, de el dependerá sus futuras conductas. Volvemos a decir que, si algún miembro de la familia se come las uñas, no tengamos duda de que los hijos nos seguirán el paso para imitarnos en el mismo hábito.
¿Si es un adulto, cómo combatirla?
- Acudir con un psicólogo o psiquiatra para que intente cortar el mal desde el sentimiento o el trauma que lo provoca.
- Sin embargo, hablando del hábito en sí, la solución la tienes únicamente tú mismo. Su determinación y voluntad serán fundamentales a la hora de cortar de tajo esta mala costumbre. No hay tratamientos ni fórmulas mágicas, solamente actitud de su parte y algunos consejos para apoyarla.
- Tener la convicción absoluta de dejar de hacerlo. Establece un día para dejar de hacerlo totalmente y compleméntalo con actitudes autocríticas como ver la fealdad de tus dedos o tus uñas a raíz de este hábito.